sábado, 1 de marzo de 2014

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miércoles, 19 de febrero de 2014

El Ahogado. (O la isla de la miel)

Llegando al sur, fui directo al pueblo de los apicultores que me recomendaron otros surfistas para esta época del año. El clima estaba muy mal y la costa estaba despejada de turistas, no se veía mucha gente por las calles y había personas ajetreadas en la comisaria, la atmósfera me pareció extraña y no coordinaba con la descripción de mis colegas, así que me dispuse a averiguar qué sucedía. Un carabinero me dijo que por el asunto del terremoto y el clima los turistas se habían ido antes y eso afectaba mucho la economía del pueblo, además un “caja verde” (como llamaban los lugareños a quienes vendían miel en forma ambulante para diferenciarlos de los “caja blanca” dedicados a los helados y golosinas) se había extraviado extrañamente en el mar justo ese día.

Los lugareños veían esto como una tragedia más, el vendedor era un conocido apicultor y padre soltero de un niño de seis años. Los buzos y pescadores del pueblo decían que el suelo marítimo y de la costa se había modificado con los temblores dificultando su labor, cambiando la fauna, las mareas y el oleaje. Ya no sería más una playa para surfistas, sin embargo me puse en camino a la playa para observar por mi mismo el oleaje y descansar.

Instale mi carpa y comencé a calentar agua para un mate, pero no alcancé a servirme el primero cuando caí víctima del cansancio. Al despertar la marea había subido de tal forma que el agua llegaba hasta la misma carpa. Rápidamente traté de poner todo a salvo del agua y ordenar mis pertenencias, pero no encontraba el bolso con mi cámara. Miré al horizonte y vi algo plateado flotando en el mar: ¡La olla con la cámara dentro! Al sacar la cocinilla y la teterita se me había quedado dentro.

Recuerdo que las olas eran arrastradas y la corriente me tiraba hacia adentro, pero tenía la fe de salvar la cámara antes que se mojara y luego estaba en la orilla de otra playa, con la cámara y la olla en frente.

Cuando me levanté vi al supuesto ahogado y caí en la cuenta de que estaba en una especie de roquerio o isla pequeña. El hombre parecía atareado y muy perturbado, así que me acerqué para ver qué hacía. Estaba arrastrando cuerpos inertes y desnudos de personas muy extrañas, prácticamente no parecían seres humanos y probablemente no lo son.

Todos los cuerpos eran de muy baja estatura, completamente lampiños y con una extraña piel con muchos pliegues y grietas, tenían los ojos pequeños de grandes pupilas y de un color extraño, algo anaranjados. Sus genitales y senos eran pequeños, por lo que resultaba difícil distinguir hombres de mujeres. Uno de los seres terminó de agonizar frente a mi y el supuesto ahogado me tomó del brazo exclamando: -El era el último, murieron con el tsunami.

Me arrastró por una caverna y me dí cuenta que la roca era más grande de lo que me imaginaba, pero bajo el nivel del mar. Había esqueletos por todos lados y todo era tan extraño que no podía sentir miedo ni angustia.

Finalmente llegamos a una especie de nido en donde una enorme y mórbida mujer de características similares a los cuerpos me miró a los ojos y me interrogó:
-¿Qué quieres?
- Volver pronto a la costa, -respondí.
-Puedes irte cuando quieras, si es lo que deseas de verdad. –Me dijo con una voz que me pareció muy sensual y ofreciéndome su mano.

De pronto me ví envuelto en un aroma embriagante, exquisito y no me di cuenta cómo es que estaba lamiendo su mano, cada vez más dulce mientras recorría su brazo en dirección a su cuello y sus enormes, enormes pechos. Por fin sentí terror, un miedo frío y estremecedor parecido al vértigo me hacia resistir. Entonces la gorda se puso de pié y era enorme, majestuosa, me miró y fue como si leyera su mente, comenzó a hablarme en forma extraña, pero entendí todo, traté mil veces de desenredar la correa de la cámara y me parecía imposible.

El supuesto ahogado me puso miel en la boca con sus dedos y comí, me dijo que ya no quedaba más, que había que reunir alimento, nombró algunas estrategias y lo más razonable era pescar con la carne de los cuerpos como carnada, producir miel como él lo sabía hacer.

Pasaron semanas y no tuve voluntad suficiente para marcharme, comencé a adorar a la mujer y me pareció encantadora, me agradaba alimentarla y ver como se movía su vientre, dormir en ella, inmensa, acogedora, hipnotizante. A veces su solo olor me erotizaba de sobremanera, tocarla era el éxtasis, copular con ella era indescriptible, como una droga, como una inconmensurable y placentera muerte.

De un momento a otro la mujer lanzó un alarido y dio a luz tres niñas, como si nada, las niñas no parecían recién nacidas y crecieron rápido, como los hongos de la caverna. A los pocos meses ya teníamos que mantenerlas separadas, pues tendían a agredirse salvajemente, se peleaban su leche y una de ellas al parecer no quiso luchar más, así que hubo que alimentarla con miel, con algas, con el pescado… y dejó de crecer, o por lo menos comenzó a crecer más despacio, en forma normal.
Con los años perdí la noción del tiempo y la pequeña comenzó a ayudarnos en las tareas y a alimentar a sus hermanos más pequeños, los cuales nunca conocieron la leche de la madre, las enormes gemelas acaparaban todo y solo se alimentaban de ella.

Así transcurrió el tiempo en nuestra rutina, nuestra vida, la eusocialidad humana en la isla de la miel, como topos en las cavernas, pescando y cultivando abejas para alimentar a la gran reina. Nunca nadie llegó a la isla, tampoco, ni el ahogado ni yo quisimos irnos, nunca, a pesar de que con el ahogado, las gemelas y la reina usábamos en lo justo el lenguaje verbal.

Un día las gemelas nos despertaron a mí y al ahogado excitadas, tratando de seducirnos inútilmente a nosotros, cosa que ya había ocurrido algunas veces, por lo general la reina también despertaba y las arrancaba de nuestro lado, pero ese día no despertó y no lo volvió a hacer.
Al darnos cuenta que la reina había muerto, con el ahogado culpamos a las gemelas, ellas a su vez se culparon entre si. Como de costumbre todos los conflictos terminaban con ellas peleando entre sí hasta sangrar, pero ese día fue un baño de sangre y terminamos en la noche comiendo a la gemela que resultó muerta y en una semana de orgía con la Nueva Reina.

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martes, 10 de diciembre de 2013

Frida


Frida, originalmente cargada por www.ArielQuiroz.com.

AQUA


AQUA, originalmente cargada por www.ArielQuiroz.com.